"La conversación mas difícil."
Toda la vida
hemos creído que la conversación más difícil es aquella que tenemos con los
demás: poner límites, decir no, expresar lo que duele. Pero, ¿qué sucede cuando
la voz que debes enfrentar es la tuya? ¿Cómo se siente mirarte a los ojos y
decirte verdades que esquivaste por tanto tiempo? No hay diálogo más intenso,
más crudo, más revelador, que aquel que sostienes frente al espejo, ese que no
puedes callar, porque en él te descubres.
Muchas veces,
enfrentarnos a nosotros mismos resulta ser la conversación más difícil porque
no hay un escape, ni un espacio para justificar lo injustificable. Es fácil
poner límites o decir no a los demás, pero ¿cómo lo haces cuando eres tú quien
necesita escucharlo? La tensión de la autocrítica puede ser abrumadora, porque
es un acto de vulnerabilidad pura: estás reconociendo tus propios miedos,
inseguridades y limitaciones.
Esa conversación
con uno mismo no siempre es clara ni serena; puede estar llena de
contradicciones, dudas y hasta dolor. A veces, lo más difícil es aceptar la
necesidad de cambiar o de tomar decisiones que te lleven a un lugar diferente,
un antes y un después que implica confrontar lo que no te gusta o lo que te ha
estado frenando. En esa auto confrontación, el desafío no solo es poner
límites, sino tener la valentía de ser honesto contigo mismo, de aceptar que
hay cosas que deben ser modificadas para crecer.
Por esta razón,
las preocupaciones y tristezas con frecuencia nos arrastran hacia la ansiedad y
la depresión. No porque seamos débiles, sino porque ser plenamente conscientes
de lo que sentimos y honestos con nosotros mismos es un acto desafiante. Nos
cuesta mirarnos sin filtros, aceptar nuestras fragilidades y, aún más, admitir
que necesitamos apoyo.
Pero, ¿cómo encontrar
ese sostén si ni siquiera sabemos cómo dialogar con nuestra propia alma? Si a
veces nos cuesta comprendernos, ¿cómo podríamos esperar que otro lo haga sin
perderse en la maraña de nuestro mundo interior? Y, sin embargo, olvidamos que
lo que muchas veces necesitamos no es alguien que lo entienda todo, sino
alguien que, desde la distancia de una mirada neutral, pueda ayudarnos a ver
con mayor claridad. Porque, en este viaje de la vida, no siempre se trata de
respuestas, sino de acompañamiento, de un faro que ilumine el camino cuando
nuestra propia luz se desvanece.
A través de
estas palabras, no busco más que sembrar en ti una semilla, una invitación a un
encuentro contigo mismo, quizá el diálogo más desafiante al que te enfrentarás.
No será fácil, porque implica desnudar el alma, mirar de frente tus sombras y
reconciliarte con cada fragmento de tu ser. Pero también será el más
transformador, el que te permitirá abrazarte con amor, reconocerte con respeto
y hallar en ti la paz que tanto buscas. Porque solo cuando te atreves a mirarte
con honestidad, puedes ofrecerle al mundo una versión más auténtica y libre de
ti mismo. Solo entonces comprendes que el dolor y la tristeza no son cargas
perpetuas, sino puertas hacia una comprensión más profunda de la alegría y la
plenitud. No son cadenas, sino maestras que te guían de vuelta a tu esencia.
Escrito propio
L.C 2025
Para Dualidad: un proyecto que emerge desde
mi propia carencia, transformando la ausencia en aprendizaje y guiándote en la
construcción de tu verdadera riqueza.
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