"Lo difícil de convivir conmigo."

 


No tengo ni idea de cómo comenzar este capítulo, la mente divaga y aunque el centro del mensaje es claro, no se me cruza como contextualizarlo… Voy a iniciar

 

 contándoles que desde pequeña nunca me gusto estar a solas, siempre buscaba que hacer o donde ir, pero lo importante es que hubiera personas en el mismo espacio. Quedarme en silencio sin ha donde despistar mi cerebro, creaba un aura de angustia y por lo tanto no era una alternativa.

Era una niña de las que mal llamamos “piquiñosa”, o bueno así me describían los adultos de la época, para mis primos la idea de jugar conmigo no les hacía gracia y cuidarme para los adultos (no aplicas para mis papás) era un tema que no les gustaba. En ocasiones me cerraban la puerta en la cara y me decían “vaya para donde sus papas” (entre muchas otras cosas que aún no estoy preparada para escribir al público). Pensé que esto nunca me había afectado, pero a medida que fui creciendo, tenía pavor a quedarme a solas con este tormento de niña a la cual describían. Llego la adolescencia pase por un intento de abuso por alguien cercano a mi hogar; y no, por el contrario, a lo que muchos pueden pensar, no fue eso lo más difícil de sobrellevar, lo que realmente me marco fue que personas que suponía debían creer y cuidar de mí, más por el hecho de compartir rasgos del ADN, me llamaron mentirosa y se atrevieron a difamar mi nombre.

No saben lo difícil que es escribir y sacar esto de mí, pero ya entenderán porque es necesario hacerlo. Llego la juventud. La etapa en la que todavía ando jeje. Y en ella, he tenido que sobreponerme a muchas cosas, como despedirme de la presencia física de mi cómplice, del hombre que siempre tenía un abrazo para mí y quizás de la única persona para la que nunca fui una carga, que por el contrario disfrutaba compartir conmigo.

Su fallecimiento en el 2016 sin ni siquiera imaginarlo, estaba calando en cada una de mis capas subconscientes, pero fue solo en el 2017, en medio de una resonancia magnética que todo exploto. Mi mente nunca se sintió tan débil y mi corazón nunca había latido tan rápido. Desarrolle claustrofobia en un abrir y cerrar de ojos. La soledad comenzó a gustarme, pero no por el hecho de querer estar con esa niña interior, sino porque temía salir y que algo me pasara a mi o a mi bebe que estaba a punto de nacer. Tome demasiado miedo a la muerte; pero no a morir como tal, sino a la forma en la que me toque hacerlo. Los años pasaron, y los ataques en las madrugadas se fueron haciendo más presentes, falta de aire, taquicardias, no poder conciliar el sueño, no lograr frenar mis lágrimas y en vez de estar agradecida con un dia mas que pude disfrutar, comencé a temer que el tiempo pasara y que la muerte estuviera cada vez más cerca, tanto que he logrado experimentar como seria esa última bocanada de aire. Pero tal cual como a la mayoría de ustedes, que estoy segura es así, me costaba aceptar que necesitaba ayuda, que era ilógico que estar a solas conmigo misma desarrollara pánico y que buscar tener la mente ocupada no siempre era lo más sano.

Leía sobre autoayuda, escuchaba podcast, vi muchas conferencias sobre como lidiar con esos ataques que luego comprendí, eran los famosos ataques de ansiedad. Aceptarlo fue difícil y abrirme a hablarlo a un más. Mi esposo fue el primero a quien le confesé que pasaba en mi mundo loco, y quizás el único que me ha visto transitar por ellos. Busque y busque hasta que encontré una ayuda profesional con la cual logre conectar, y sí; porque necesitas un apoyo profesional psicológico con quien logres tener ese filin para realmente permitirte soltar e indagar hasta lo más profundo de tu ser. Junto con ella, entendí que no era la resonancia sino la muerta de mi papi, la que había desarrollado esto en mí. Que no estaba superada y que me había roto más de lo que yo creía, que eso ya era muchísimo. Pero ahí no paraba todo; las palabras que recibí de niña, los rechazos de quienes para mi eran mi manada, las otras situaciones de las cual de pronto luego hablé. Me hicieron tener temor de mí, me hicieron dudar de mis capacidades y sobretodo me hicieron dejarme de amar.

No ha sido ni está siendo un proceso fácil, ahí noches que por más que me aferro a la oración y a otras técnicas aprendidas para calmar mi sistema nervioso simplemente no lo logro. Convivir conmigo aun no es de mis planes favoritos, pero he ido aprendiendo a conocerme, sigo indagando sobre mí y reconociendo que lo que esas personas me decían de niña, hablan más de sus propias carencias, que yo solo era una peladita que estaba viviendo sus etapas. Y que quizás nunca me vuelva a cruzar con una niña tan valiente como yo en MI mundo.

Convivir contigo nunca será una tarea fácil, nunca llegaras a conocerte en un 100%, pero es hora de que le des un poco de confianza, respeto y sobre todo amor a este niño o niña interior que te acompañara de por vida. De que te sientes y te invites a un café donde llores por tus penas, te rías de tus y travesuras y te reconozcas por tus méritos.


Escrito propio L.C 2025

Para Dualidad: un proyecto que emerge desde mi propia carencia, transformando la ausencia en aprendizaje y guiándote en la construcción de tu verdadera riqueza.

Comentarios

Entradas populares