"Silencios que sanan"
Hay
semanas que no son solo fechas en el calendario. Son pausas necesarias,
suspiros del alma. Son excusas para detenernos, para sentir sin miedo, para
soltar sin culpa. Momentos donde el tiempo parece abrir un paréntesis y el
corazón, casi sin darnos cuenta, se permite respirar distinto. La Semana Santa
es una de esas semanas.
Más
allá de lo religioso, más allá de las procesiones y los rezos, este tiempo nos
confronta con lo más humano de nosotros: el dolor, la pérdida, la esperanza, el
amor. Nos recuerda que todos hemos vivido nuestro propio viacrucis, esos tramos
donde el peso de la vida se vuelve casi insoportable, donde el silencio grita
más fuerte que cualquier palabra.
Pero
también nos enseña que después del duelo, hay luz. Que la resurrección no es solo
un relato en los evangelios, sino una verdad que se abre paso en quienes, a
pesar de todo, deciden volver a levantarse. Porque sí, todos en algún momento
hemos tenido que recoger los pedazos rotos, reconstruirnos con lo que quedó… o
aprender a seguir caminando con las partes que aún duelen.
Para
algunos, esta semana es la tregua que necesitábamos en medio del caos. Es el
permiso para llorar lo que no se lloró, para pensar lo que se evitó, para
abrazar lo que sigue doliendo, para mirarse con compasión y perdón. Para otros,
es una oportunidad para reconectar: con Dios, con la familia, con la vida… o
simplemente consigo mismos.
Y
también está bien si no sentiste nada especial. O si lo sentiste todo de golpe.
Ni la Semana Santa ni ninguna otra fecha tiene la obligación de provocarnos
algo. Solo nos abren la puerta para respirar, sanar, recordar… y si queremos,
volver a empezar.
Para
mí, lo único verdaderamente importante en cada fecha del calendario es que
sepamos convertirla en una oportunidad: de crecimiento, de reconciliación, de
volver a mirar con amor lo que damos por sentado. Por eso, más allá de si
asististe o no a un acto religioso, si cambiaste carne por pescado o si
comulgaste, mi deseo es que esta semana te hayas regalado un momento para ti.
Que hayas podido escucharte y reconocerte por las batallas silenciosas que has
librado, por la fuerza con la que cargas tu cruz diaria y, aun así, te sigues
poniendo de pie.
Y
recuerda: en medio del silencio, también hay consuelo. Y en medio del dolor,
siempre puede nacer la esperanza.
Escrito propio L.C 2025
Para Dualidad: un proyecto que emerge
desde mi propia carencia, transformando la ausencia en aprendizaje y guiándote
en la construcción de tu verdadera riqueza.
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